En cualquier país con electores que se respeten, la izquierda tendría que recibir un soberano repudio en las próximas elecciones generales, pues en los comicios anteriores colocó en Palacio de Gobierno a un sujeto como Pedro Castillo, quien acaba de ser condenado a 11 años de cárcel por golpista, una sanción que para muchos es muy leve para la gravedad del delito que cometió, que fue el de darle una patada a la Constitución para tratar de implantar una dictadura eterna como las que mandan y pisan cabezas en Cuba y Venezuela.
La gente de Perú Libre, de Juntos por el Perú y todos los que con miras a la segunda vuelta del 2021 se subieron al carro de Vladimir Cerrón y Pedro Castillo, deberían estar escondidos debajo de la cama por la vergüenza de haberle dado al país un presidente de esa calaña que de saque, aparte de sus limitaciones en todo sentido, colocó como premier a un investigado por afiliación al terrorismo como Guido Bellido y de canciller a un sujeto con serios antecedentes policiales como Héctor Béjar.
Ahora los responsables de que el golpista Castillo haya sido presidente, quizá el peor de nuestra historia, están difundiendo el cuento ridículo de que el hombre está hoy donde está porque ha habido “racismo”, “clasismo” y “discriminación”, porque lo odian; y que lo han metido preso por ser “campesino”, “rondero” y “maestro rural”, o por “no ser de la élite” y otras tonterías más. No, señores, nada de eso. Lo han condenado por golpista, por quebrar el orden constitucional. El mundo entero lo ha visto.
Quizá esta gente quería que triunfe el quiebre de la democracia en el Perú y que vivamos una dictadura eterna sin separación de poderes, algo como lo que proponía el “ideario” de Perú Libre. O si fracasaba el golpe, como fracasó, estarían felices de ver libre a Castillo como si nada hubiera pasado, como si su grave delito hubiera sido una humorada, una gracia, un “discursito” lanzado al aire para ver qué pasaba. Un país medianamente serio no podía permitir esto.
De cara a las elecciones del 2026, los electores deben tomar nota de quiénes defienden la democracia y quiénes insisten en sacar cara por un golpista y su pandilla. Estos últimos son los que sueñan con llegar al poder y una vez allí dejar de lado las “pelotudeces democráticas” para hacer su “revolución, como dijo un “célebre” camarada elegido como congresista por Perú Libre, que hoy está en Piedras Gordas por terruco. No se dejen engañar otra vez. Por seguirlos, ya tuvieron a un desastre de presidente que terminó preso.




