La nueva gran mascarada
La nueva gran mascarada

Desde hace algún tiempo, varios socialdemócratas presuntamente modernos - más conocidos cariñosamente como “caviares” - ubicados en prestigiosas universidades, medios de comunicación, la administración pública o en actividades empresariales inclusive, vienen impulsando un burdo intento de “limpiarse la cara” ideológica presentándose como “liberales”.

Quizás porque les avergüenza el fracaso de una de sus sagradas sacerdotisas locales al mando de una gestión municipal, o porque no superan verse emparentados con los socialistas de pueblo, o porque entienden que la gente ya le tomó el pulso al discurso caviar - “honestidad que hace la diferencia”, “honrados contra corruptos”, “trilogía del mal”, etcétera - lo cierto es que pretenden desacoplarse de su socialismo para adoptar una especie de “liberalismo progre”. Para ello, a los liberales de verdad - esos que abogan por el libre mercado sin apelativo de “social”, la democracia liberal, el estado de derecho ciego y el gobierno limitado - los reposicionan como “neoliberales”, sinónimo de capitalismo salvaje con el que pretenden sibilinamente descalificarlos. Y si esto no es suficiente, les endilgan el adjetivo de “fascistas” derechamente, aunque no tengan idea a cuál de los muchos significados del fascismo estén haciendo alusión.

Aprovechan además, para abonar en la confusión que pretenden instaurar, del concepto de lo “liberal” que impera en EEUU, surgido de ese entresijo de chaufa con cebiche que fue la conjunción de las ideas del Nuevo Nacionalismo de T. Roosevelt, la Nueva Libertad de Wilson, el New Deal de F. Roosevelt, la Nueva Frontera de Kennedy, la Gran Sociedad de Johnson, y esto, todo esto mezclado en el recipiente del ala izquierda del Partido Demócrata. ¡Caramba con el coctelito! Casi diríamos que es la “izquierda unida” estadounidense. Sí pues, entérese joven: en EEUU ser liberal es ser de izquierda.

Al igual que los socialistas europeos a los que fustigó Jean Francois Revel, nuestros caviares montan una nueva gran mascarada, donde la máscara es el liberalismo. Y así, aprovechando sus posiciones de alto poder, están confundiendo y maleducando a los jóvenes peruanos simplemente para continuar pernoctando en su zona de seguridad. Esa que les provee reconocimientos de los amigos bien colocados, consultorías adecuadamente direccionadas y presupuestos para sus boyantes ONGs.

Entre tanto, los auténticos liberales, herederos de la tradición Smith-Tocqueville-Hayek-Mises-Popper, no cuentan con la logística ni los medios en la escala suficiente para hacerse oír y desenmascarar los de la nueva mascarada. No importa. Pues el silencio en cuestiones de política, siempre otorga. Y algunos no nos callaremos nunca.

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