Me preocupa y mucho el impacto que comienza a mostrar el inicio de un giro drástico en nuestra política exterior que, como decía siempre el eminente embajador Carlos García Bedoya, al definirla como la proyección externa de los intereses nacionales, los que deben ir en perfecta armonía con nuestras vinculaciones interestatales y con organizaciones internacionales y con otros actores del planeta, no cuidemos nuestra vida internacional, siempre pensando en los referidos intereses del país. El reciente anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas con la autoproclamada “República Árabe Saharaui Democrática” (RASD), que fue suspendida en 1996, constituye a mi juicio, un serio retroceso en nuestras relaciones con Marruecos, país con el cual venimos cultivando una de las más fluidas y acertadas vinculaciones, realmente de primer orden y de las mejores que podamos mantener con un país africano tan dinámico y próspero. Pero hay algo más en adición, y es que Marruecos, que es una monarquía constitucional, que lleva varias décadas bregando en el marco de las Naciones Unidas por una negociación sensata respecto del Sahara marroquí, que es parte de su soberanía, sobre el cual ha venido contando con el abrumador apoyo de la comunidad internacional, es uno de los nexos más relevantes que contamos hacia el espacio africano y que mantiene una de las más interactivas relaciones con la Unión Europea. El Perú, históricamente y conforme el derecho internacional, reconoce la soberanía marroquí sobre el Sahara que es su porción más austral. Lamentablemente, el Polisario que mantiene una activa intromisión sobre el pueblo saharaui, siempre con los inocultables apoyos de Argelia, ha venido buscando la escisión política de Rabat, que, en cambio, se ha mostrado dispuesta a otorgar calidades de autonomía, como corresponde, es decir, libertad para administración donde la ratio política es completamente del gobierno de Marruecos. Con lo anterior, el Perú olvida que Estados Unidos de América, a donde viajará en poco tiempo el presidente de la República, ha venido brindando todo su apoyo a Marruecos en este tema. El canciller, entonces, es quien debe explicar al país esta situación.