La 45 Asamblea de la OEA presenta como avances los que son retrocesos en la crisis de Venezuela, y la defensa de la democracia representativa y los derechos humanos. Lo ilustran las elecciones para la Comisión y la Corte de DD.HH., y dos acontecimientos chocantes que coincidieron con la reunión:

1. El inaceptable premio de la FAO al chavismo por “reducir el hambre” en un país donde conseguir comida es un martirio cotidiano. Por una simple votación, la mayoría automática del Tercer Mundo puede convertir la escasez en abundancia.

2. El sorprendente anuncio de Venezuela en la Asamblea General: Diosdado Cabello y la Canciller Rodríguez se reunieron con EE.UU. para mejorar las relaciones bilaterales. ¡Enorme incongruencia de Washington! Mientras sus fiscales acusan a Cabello de liderar la mafia de generales que ha convertido su territorio en trampolín del narcotráfico, la diplomacia norteamericana negocia con Maduro. Brasil orquestó el acercamiento. Por eso el Capitán Cabello visitó a Lula y la Presidenta Rousseff en Brasilia, de donde partió a Haití para reunirse con USA (después de dos encuentros previos y secretos). Repugna el cinismo de Obama y Kerry patrocinando esos encuentros mientras Leopoldo López y otros presos políticos siguen en huelga de hambre, sin poder recibir, siquiera, la visita de la Cruz Roja. Washington ya no puede predicar en el Hemisferio los valores democráticos que su gobierno ha traicionado.

3. La elección del jurista Eguiguren en la Comisión Interamericana de DD.HH. puede verse como un triunfo peruano. Pero ¿a qué precio? Las candidaturas se negocian por apoyos recíprocos. Significa que para lograr su elección el Perú votó por el ecuatoriano Patricio Pazmiño y el argentino Raúl Zaffaroni, dos incondicionales de sus Presidentes. Ahora están en la Corte Interamericana de DD.HH. que dicta sentencias obligatorias, mientras que la Comisión solo recomienda (aunque es decisiva como instancia previa de la Corte). Mientras Eguiguren deberá inhibirse en los casos sobre el Perú, Zaffaroni y Pazmiño no tendrán que hacerlo cuando se juzguen en la Corte. Pazmiño ha sido el Presidente de la Corte Constitucional que avaló la Ley Orgánica de Comunicación que sojuzga a los medios del Ecuador con millonarias multas y permite que Correa controle el ejercicio de la libertad de prensa en su reino vitalicio. Zaffaroni defendió las medidas de los Kirchner para controlar la prensa argentina (Correa lo invitó a su premiación por “defender la libertad de expresión”). ¿Cómo votarán sobre la concentración de medios en el Perú? ¿Qué posición tendrán en el famoso caso Chavín de Huántar o en las causas de terroristas peruanos que esperan sentencia en la Corte? ¿Fallarían en contra de Maduro si los ciudadanos oprimidos de la oposición venezolana demandaran justicia y libertad en el Sistema de Interamericano de DD.HH.?

Si Venezuela y la libertad de prensa son barómetros para medir a la OEA, es evidente que la Asamblea de Washington marca un grave retroceso en la defensa de la Democracia y los Derechos Humanos en las Américas.