El presidente Pedro Castillo se dirigió a todo el país y perdió la gran oportunidad de anunciar decisiones políticas para capear el temporal. Es evidente que la incertidumbre e inestabilidad han jugado un papel preponderante para que la crisis afecte a todos los sectores, principalmente al económico.

Cuando todo el país estaba a la expectativa que el jefe de Estado iba a poner correctivos en el gabinete ministerial, abrumado por improvisados y simpatizantes de grupos terroristas, tal como pide la mayoría de peruanos, ni siquiera ensayó un enfoque crítico que podría interpretar las tensiones del momento, pero al mismo tiempo concebir las soluciones del futuro.

Por ahora Castillo está dedicado a crear un ambiente positivo para su gestión, presentando un  programa para reactivar la economía, a pesar que una parte de sus anuncios parecen estar todavía en la etapa de la producción. Creemos que la mejor forma de afrontar los retos inmediatos y los imprevistos por la inestabilidad política tiene que ver con los aspectos que las promesas no solucionar. Es decir, recomponer su equipo ministerial para dar tranquilidad al mercado y agentes económicos, pero principalmente a los ciudadanos. De lo contrario, solo se agudizará la polarización social, que conducirá a que la crisis se agrave.