“La oposición en el Perú es a una persona, no a un programa. Y en virtud a eso quieren arreglar todo (…) Hay que darles a las ideas el sitio que corresponde, porque éstas impiden creer en las personas con la misma pasión con que han venido creyendo distintas generaciones en los últimos años”, dijo el maestro Luis Jaime Cisneros en una entrevista de 1998.

Han pasado más de 20 años y esto no cambia. Los políticos siguen anteponiendo sus adhesiones u odios a personas y no a planes. “En el Perú hemos tenido ejemplos demasiado frecuentes de individualismo. Esto nos debe hacer pensar en la necesidad de cambiar nuestros amores políticos por lealtades nacionales”, decía el historiador y político Luis Alberto Sánchez.

La oposición a las personas se ha puesto de manifiesto en las últimas presentaciones de diferentes presidentes del Consejo de Ministros ante el Congreso. La animadversión contra Pedro Cateriano fue tan notoria que al final solo tuvo 37 votos a favor. En tanto, su sucesor Walter Martos, obtuvo 115 votos de respaldo. Por supuesto, éste habló menos que el primero, pero prácticamente presentó el mismo plan de acción, de acuerdo a las líneas maestras del Gobierno. Como dijo el exprimer ministro del Reino Unido, Winston Churchill. “Si no cambias de pensamiento, cambia al menos el discurso”. Eso bastó para convencer a la gran mayoría del Parlamento.

Más allá de sus palabras precisas y su buen talante, el premier Walter Martos debe demostrar que su Gabinete puede tender puentes con el Legislativo para terminar con la crisis política y apuntalar la gobernabilidad.

TAGS RELACIONADOS