Ahora concentrémonos en la nueva vinculación de EE.UU. con los países asiáticos. Respecto de China, Joe Biden deberá comprender que, a pesar de los errores de la política internacional de Trump, el gigante asiático vio al exmandatario como una verdadera piedra en el zapato.

En efecto, el neoyorquino, consciente del indetenible objetivo hegemónico de Beijing, le hizo la vida imposible con su proteccionismo y la guerra comercial, iniciados antes de la pandemia, llevando al presidente Xi Jinping a la desesperación con el caprichoso aumento de aranceles, y jaqueando a la multinacional Huawei.

Biden debe entender, entonces, que China ve con alivio su llegada a la Casa Blanca, por lo que de mostrarse flexible, los republicanos le achacarán falta de carácter en el manejo de los asuntos del poder internacional. En cuanto a Rusia, el tiempo dirá si las imputaciones que le hizo Trump de su vinculación con Moscú, son ciertas o no. Dependerá de su temperamento con Vladimir Putin.

El de Trump, a la luz de la sonada trama rusa para acabar con la favorita Hillary Clinton en las elecciones de 2016, que por cierto nunca pudo ser demostrada, jamás fue frontal. Mientras Rusia ganó dispersando al Estado Islámico y evitando la caída del régimen sirio, y Trump mejoró la relación con los países árabes, a Biden le tocará aquietar a Irán -con sed de venganza por el asesinato del general Soleimani-, reanudando el programa nuclear para Teherán, y con ello, logrará enfriar la relación de Moscú con los ayatolas.

En cuanto a India, que también crece -sería en dos décadas más, la segunda economía mundial y es potencia militar-, Washington sabe que antes de una alianza con China o Rusia, Nueva Delhi preferirá a Occidente, por un asunto de equilibrio geopolítico.

Sobre Norcorea, alta es la valla dejada por Trump, pues desde el armisticio de 1953 entre las dos Coreas, ningún mandatario estadounidense pudo reunirse con el líder de turno de Pyongyang como lo hizo el republicano en tres ocasiones con Kim Jong-un. Por último, Japón, su mejor aliado en esa región desde el final de la guerra de 1939. Biden deberá demostrarlo porque Trump dejó a los nipones en el aire al tirarse abajo el Acuerdo Transpacífico o TPP.

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