La pregunta
La pregunta

La reacción de Nadine Heredia en el Congreso es vista por algunos como un triunfo político y por otros como un montaje de un libreto que hizo de una mentira una verdad. Se mostró indignada por una pregunta -supuestamente de índole personal y sentimental- que hace más de dos meses formuló Marisol Pérez Tello a Rodrigo Arosemena. Su confusa intervención dejó la idea de que la pregunta había sido para ella y en esta sesión, por lo que se sentía denigrada como mujer.

Lo que Heredia relató no fue la pregunta, sino el preámbulo que Pérez Tello le hizo a Arosemena, exgerente de Antalsis, la empresa de Martín Belaunde Lossio, quien en su momento respondió sin problemas sobre las veces que había visitado Palacio o a la Primera Dama.

La pregunta es pertinente porque Arosemena puede ser el hombre puente entre el investigado MBL y Palacio de Gobierno. Si Pérez Tello se excedió en el preámbulo, no interesaba, porque nadie lo conoció cuando se le interrogó en sesión reservada. Nadine Heredia lo publicitó con palabras pensadas para el escándalo, que logró con medias verdades, distorsión y victimización efectista. Su condición de mujer es respetable, pero no implica que no se le pueda investigar, sobre todo cuando está en la cumbre del poder, aunque se pretenda ciudadana de a pie, condición desmentida por su larga corte de vigilancia, protección y adulación.

La Primera Dama, secundada, defendida y apoyada por el Presidente de la República, ha dado una señal de imposición de opacidad. Su libreto pudo haberle significado un triunfo, pero podría ser pírrico, porque si exigimos un mejor Congreso, que fiscalice para sancionar la relación entre poder y corrupción, no lo tendremos impidiendo el trabajo, inculpando o satanizando a congresistas correctos y responsables, como Pérez Tello. Así, solo se garantiza la mediocridad de la política, que desciende a niveles de escándalo o se ofrece sumisa y obediente a los dictados del gobierno de turno.

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