No podemos saludar la decisión del Poder Ejecutivo de dar marcha atrás con la “franja informativa” que pretendía imponer a los medios de comunicación porque, pese a los eufemismos esgrimidos por casi todos los ministros para defender la medida, esta no era más que un intento de controlar el discurso para ver si así logran levantar su alicaída imagen.
Es casi imposible de entender por qué el Ejecutivo cree que, obligando a los medios a difundir sus mensajes, su imagen mejorará. La ciudadanía no es tonta y no necesita que le digan que todo está bien lo que necesita es que las cosas estén bien. Que puedan emprender sin ser extorsionados, que no los maten por usar transporte público, que no mueran por un medicamento tóxico y que puedan ir a pasear a un centro comercial sin que un techo le caiga encima.
Ahora que la amenaza del Ejecutivo sobre la prensa ha sido momentáneamente retirada, también debería primar la cordura en el Congreso para rechazar la segunda votación de la “ley mordaza” pues atenta contra la libertades de prensa, información y expresión, pero pedirle cordura a un Legislativo que está contra el tiempo para blindar a sus miembros es demasiado.
Esto es solo una calma chicha, los embates contra la prensa no dejarán de venir y solo nos queda resistir.