Si el común de los peruanos creía que luego de la gravísima denuncia periodística contra el ministro del Interior, Juan Santiváñez, en el sentido de que en su rol de abogado de policías delincuentes pedía plata para jueces a fin de que sus clientes salgan bien librados, la presidente Dina Boluarte lo iba a mandar a su casa, se equivocaron de plano pues al contrario, la mandataria y los ministros lo han respaldado hasta con aplausos y abrazos en público.

A la jefa de Estado tampoco ha importado que su ministro preferido haya tenido irregularmente el texto del reportaje de Cuarto Poder, y que horas más tarde su casa sea allanada por el Ministerio Público, todo eso sumado a su gran ineptitud en la lucha contra la criminalidad.

Más bien, la mandataria ha aprovechado las andanzas de Santiváñez para criticar al Ministerio Público y a los “caviares” –cuestionamientos que tienen mucho de veracidad– y la prensa, lo cual rechazamos. Si embargo, más allá de eso, era urgente relevar a un ministro que es un lastre para la lucha contra la criminalidad y el propio gobierno.

¿Por qué la presidenta Boluarte se la juega de esa forma por quien hace tiempo debió ser enviado a su casa? ¿Le sabe algo? Y de otro lado, ¿qué espera el Congreso para censurar a Santiváñez? ¿Cuál es el pacto bajo la mesa?