El Gobierno está atravesando por una crisis con nombre propio: Óscar López Meneses. El escándalo del irregular resguardo policial que recibía el exoperador montesinista sigue remeciendo a las autoridades estatales. El presidente Ollanta Humala aseveró que no es posible "vincular a un Gobierno que está haciendo el esfuerzo por consolidar la democracia con ese tipo de basura", pero de nada han servido sus intentos por desligar a su gestión de este lío.

Y es que no solo fue irregular el resguardo policial, ahora también es inusual el proceso de investigación que se está llevando a cabo. La comisión de investigación, presidida por Víctor Andrés García Belaunde, realiza sus sesiones a puerta cerrada en el Congreso. Y, por si fuera poco, han 'desaparecido' los registros de visitas al penal San Jorge, donde estuvo recluido López Meneses, lo cual entorpece más el proceso de indagación. Aunque el ministro de Justicia y el director del Inpe traten de explicar lo sucedido, ya quedó claro que la corrupción está presente en todas las instancias gubernamentales.

El malestar generado por este escándalo se refleja en las últimas encuestas; para la población, el mandato de Humala va de mal en peor. El Gobierno no solo continúa demostrando su ineficacia para contrarrestar el grave problema de la inseguridad ciudadana, sino que ahora ha llegado a un punto de quiebre: el caso López Meneses.

El comandante llegó a la Presidencia de la República con la promesa de bandera de luchar contra la corrupción, pero este incidente ha dejado al descubierto la corruptela que opera en el Estado.