Hace unos días el ministro de Salud, César Vásquez, señaló que en nuestro país existen 11 hospitales con casi 100 años y que están tratando de implementar un plan para recuperarlos, lo cual está muy bien. Quién podría oponerse o criticar una medida así. Sin embargo, si miramos más allá, vemos que la situación de esos centros asistenciales estatales es una muestra de que la salud pública en el Perú ha sido la última rueda del coche para los sucesivos gobiernos que mucho han hablado, pero poco o nada han hecho al respecto.
Durante la pandemia de COVID-19 quedó claro que pese a que nuestra economía creció desde inicios de siglo, se redujo la pobreza y hasta se hablaba del “milagro peruano”, la salud pública nunca se atendió como era necesario. Cuando llegó la crisis sanitaria no había hospitales o si los había eran los mismos que fueron levantados muchos años atrás, como son el Dos de Mayo, Loayza, Sergio Bernales, Goyeneche (Arequipa) o Las Mercedes (Chiclayo), entre otros.
Incluso el hospital público más grande que existe hoy en el país es el Edgardo Rebagliati, en manos de EsSalud, que fue levantado a inicios de los años 50 por el gobierno del general Manuel Odría, cuando la población peruana era menos de la mitad de lo que es hoy. ¿Ningún otro presidente pudo construir después otros centros de salud de gran tamaño? Por lo menos el Dos de Mayo y el Loayza ya tendrían que ser museos, pero como jamás fueron reemplazados, siguen en funciones por más que se caigan a pedazos.
Al escribir estas líneas no puedo dejar de pensar en las inmensas mentiras del futuro recluso Martín Vizcarra, quien cuando era presidente, antes de la pandemia, se jactaba de inaugurar hospitales todos los días. Lo cierto es que desde el inicio de la emergencia se hizo evidente que todo era una farsa y que no había centros de atención nuevos, salvo uno que otro. Quizá sea una de las causas por la que aún suframos por la muerte de casi 220 mil peruanos. No había camas ni oxígeno para los moribundos.
Es de esperarse que en lo que queda de este gobierno, se pueda hacer algo por mejorar la atención a los más pobres del Perú. Pero más allá de eso, habrá que estar atentos a lo que proponen los candidatos que veremos aparecer por montones en el 2026. No podemos seguir con hospitales públicos que se caen a pedazos, mientras de otro lado soñamos con entrar al exclusivo club de la OCDE o a jugar en las grandes ligas de APEC. Primero lo primero, antes que la gente termine de hartase de sus autoridades y del propio sistema.