La segunda vuelta electoral ha crispado a los peruanos y los ha polarizado de un modo que a veces parece irreversible. Esta elección nos está dejando daños que aún no sabemos cuán profundos serán. Pero algo bueno está quedando en medio de esta situación conflictiva. Este clima de antagonismos ha permitido al Ejecutivo trabajar sin ese ruido que lo azoraba meses atrás. Así, mientras el país está que se bate entre dos candidaturas que a ojos de muchos resultan perniciosas, el presidente de la República, Francisco Sagasti, ha podido seguir en lo más urgente y necesario: los acuerdos para la adquisición de vacunas contra el Covid-19.
Los resultados de los compromisos firmados en este momento saltan a la vista y nos dejan un mejor sabor de boca. Estábamos en la cola, rezagados en relación al resto de países de Sudamérica, pero en este momento estamos muy cerca de Chile, Brasil y Argentina en los avances de las compras y acuerdos de adquisición para tener más vacunas en la lucha contra el coronavirus. El logro es innegable, más allá del ruido tremendo que se generó en el primer trimestre del año y que puso incluso en entredicho las adquisiciones de la vacuna de Sinopharm, cuya efectividad acaba de ser ponderada por la Organización Mundial de la Salud.
Ha tenido fortuna Sagasti, dentro de todo, porque es seguro de que si no hubiese habido una segunda vuelta con esta terrible polarización, los focos y mezquindades habrían seguido recayendo sobre él y su gobierno, y los señalamientos por la calidad de las vacunas, aun cuando sean imprecisas, habría seguido inoculando miedo e incertidumbre que pueden tirar abajo una campaña tan compleja como la vacunación en esta pandemia.
Aún falta, y el gobierno deberá centrarse en la vacunación en lo que le queda de periodo. Tal vez, visto lo que está pasando en esta segunda vuelta, terminemos echando de menos a Sagasti más temprano que tarde.