Hoy, 6 de febrero, se cumplen 148 años del Tratado de Alianza Defensiva entre Perú y Bolivia. Firmado durante el mandato de Manuel Pardo y Lavalle (1872-1876), primer presidente civil de nuestra historia republicana, fue el acuerdo que sirvió a Chile como perfecto pretexto -la causa fue salitre de Tarapacá (Perú) y de Atacama (Bolivia)-, para declararnos la guerra 6 años después. Suscrito en Lima (1873), el tratado reveló la dimensión de los recelos y temores de los países de la región que por esa realidad, buscaban armonizar alianzas geopolíticas. En efecto, Chile que como hasta ahora, veía en Argentina su verdadera amenaza, temía de que Buenos Aires, aliada a Lima y La Paz -de hecho hubo un ofrecimiento inicial para que el acuerdo fuera tripartito pero Argentina retrocedió y luego cuando quiso, el Perú advirtiendo que sus desavenencias con Chile por la Patagonia podrían derivar en un conflicto que luego nos comprometa, le dijo que no-, le hicieran un frente para neutralizar sus planes expansionistas que Diego Portales tenía en mente desde que lograra frustrar a la Confederación Perú-boliviana (1836-1839). Brasil miraba a discreción el acercamiento de Argentina a Perú y Bolivia, a los que juntos, veía como una amenaza. Chile, en cambio, no era para el Brasil como ahora cargado de recelos por la condición carioca de país emergente e intermedio que no tiene Santiago ni ningún otro Estado en Sudamérica; y, hasta el Perú, como bien anota el eminente Jorge Basadre, temía un acuerdo chileno-boliviano para arrebatarnos nuestras ricas provincias del sur. El Perú por más esfuerzos que hizo para evidenciar su mediación ante la inminencia del conflicto chileno-boliviano, no tuvo otra alternativa que -gobierna Mariano Ignacio Prado-, declarar el casus foederis, es decir, que el tratado, fundado en el principio del pacta sunt servanda -lo pactado debe ser cumplido-, entraba en vigor. Chile, arguyendo que era secreto, sin esperar a que el Congreso peruano respondiera a Santiago -eran los últimos esfuerzos derivados de las gestiones diplomáticas de Antonio de Lavalle, luego de su viaje a Chile, en marzo de 1879-, nos declaró la guerra el 5 de abril de 1879.