Inevitablemente no podemos dejar de escribir sobre la X Cumbre de la Alianza del Pacífico, tema que esta columna ha venido tratando en innumerables oportunidades. Todos los medios han tocado este asunto en los días en que se desarrolló la Cumbre, como este sábado, con gran profusión de información al respecto, por lo que no los cansaré repitiendo los éxitos de esta sino más bien analizaré desde otro ángulo el desarrollo y conclusiones de la misma. Con esta Cumbre se consolida realmente un proceso integracionista sin precedentes en la historia de nuestra región. Interesante es examinar cómo la misma va evolucionando no solo en consolidar los objetivos trazados y acordados anteriormente, sino que podemos ver cómo los mandatarios utilizan un lenguaje especial. Por ejemplo, tenemos que el presidente Peña Nieto, de los EE.UU. de México, ya no utiliza la expresión de proceso de integración económica, sino que se refiere ya a un proceso de “integración”, lo cual implica una acepción mucho más amplia que abarca también lo político. Y no le falta razón al mandatario. La Alianza no es una simple integración económica, va mucho más allá, cuando aparte del movimiento de mercancías o comercio trata sobre el libre movimiento de personas, servicios y capitales. Ello evidentemente es una decisión política al disponer que se abran las fronteras entre los miembros de la Alianza. Por otro lado, debemos reconocer en el presidente Humala que permitió la continuidad del proceso, aun cuando no era una propuesta suya; no la congeló, como sí lo hizo con el resto de la economía. Por otro lado, el proceso es tan rápido que los países extranjeros que son observadores, al menos algunos de ellos, han iniciado sus procesos a fin de solicitar membresía plena, y el éxito se encuentra en que lo que une a estas naciones, que son los principios políticos e ideológicos, los cuales son comunes en las cuatro naciones socias. La defensa de la democracia y el libre mercado son puntales básicos de este proceso de integración. Por otro lado, la fortaleza de la Alianza también se encuentra en que podrá negociar al exterior de la región como un bloque que corresponde a la novena economía mundial, con un mercado de más de 200 millones de habitantes.

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