La bochornosa situación que se vive en el Ministerio Público, en que no se sabe quién es hoy la fiscal de la Nación debido a que la Junta Nacional de Justicia (JNJ) ha repuesto en el cargo a la destituida por el mismo ente Patricia Benavides, es una muestra del alto nivel de descomposición al que ha llegado esta institución que necesita ser reformada en su totalidad, empezando por la Junta de Fiscales Supremos, para que pueda ser útil a los fines para los que fue creada.

Tanta infiltración de gente con oscuros intereses, tanta politización e ineficiencia personificadas en magistrados como Delia Espinoza, Pablo Sánchez, Zoraida Ávalos, Rafael Vela, Domingo Pérez y Marita Barreto, tenían que llevar a una situación como la que hemos visto ayer desde las primeras horas de día, en que más allá de formalismos, pronunciamientos o de si llegó a o no la notificación de reposición de Benavides, la institución tiene dos cabezas, algo jamás visto en la historia del Ministerio Público.

Otra muestra de la necesidad de reformar el Ministerio Público es el deficiente trabajo de muchos de sus miembros en las diferentes instancias, que son señalados con grandes evidencias de estar trabajando en favor de la criminalidad, al liberar con suma facilidad a peligrosos delincuentes que son capturados por la Policía Nacional. Claro, con una Junta de Fiscales Supremos como la que los gobierna, qué se puede esperar de los magistrados de las fiscalías de menor jerarquía.

Pero en la pugna por el cargo de fiscal de la Nación, no dejemos que poner luces sobre la lamentable actuación de la anterior JNJ, la de Aldo Vásquez e Inés Tello, que en un procedimiento al margen de la ley destituyó a Benavides por irregularidades que quizá sí haya cometido, pero que debieron ser sancionadas de acuerdo con ley y no al caballazo y con extraña celeridad, lo que no ha hecho más que generar el caos actual en una institución que es puntal en el sistema de justicia de nuestro país. Todo mal.

El Perú está siendo testigo de un espectáculo lamentable, de un show patético pocas veces visto en nuestra historia de por sí plagada de sobresaltos políticos. Pero sería bueno saber qué dice de todo este lío el ciudadano de a pie, el que exige un Ministerio Público profesional y eficaz para perseguir la criminalidad, especialmente a la que le golpea en las calles y a la que le mete las manos al bolsillo desde algún cargo público. Ellos, sin duda, están siendo abandonados a su suerte.