Ahora que el intento de presentación de un libro del terrorista Víctor Polay en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL) ha traído ante nosotros el indignante y doloroso recuerdo de los crímenes, atentados y demás delitos cometidos por su banda en su brutal intento por tomar el poder por la vía de las armas, he releído la entrevista que en 2012 hice en Cochabamba, Bolivia, al empresario y hoy candidato presidencial Samuel Doria Medina, quien estuvo secuestrado en La Paz por el grupo criminal peruano durante 45 días.

Doria Medina es uno de los pocos sobrevivientes de una de las llamadas “cárceles del pueblo” del MRTA que se ha animado a hablar del durísimo cautiverio que vivió a finales de 1995 luego de ser secuestrado en la capital de su país y encerrado en un lugar oscuro donde fue sometido a maltratos sicológicos. Sólo logró salir una vez que su familia pagó 1,4 millones de dólares de rescate que habrían servido para financiar, un año después, la toma de la casa del embajador de Japón en Lima.

“Esa misma noche fui encerrado en un ambiente de dos metros por uno y medio, sin luz y sólo con un foco que prendieron muy pocas veces. En ese lugar con las justas entraba una cama y una silla. La comida, que siempre era arroz recalentado con un huevo frito o un acompañamiento muy ligero, me la pasaban a través de una ventanilla muy pequeña por donde el plato entraba un poco inclinado, porque el espacio era muy reducido”, relató Doria en la entrevista que en su momento fue publicada en este diario.

Durante la entrevista pedí al hoy aspirante presidencial boliviano su opinión sobre quienes tratan de mostrar a Polay y compañía como “románticos, idealistas y revolucionarios”. Su respuesta fue esta: “si alguien los ve así, como idealistas, creo que el cabecilla de la banda debe ser un experto en promocionar su imagen, un experto en relaciones públicas, pues queda claro que los emerretistas son delincuentes que fueron capaces de secuestrar a cambio de dinero, lo cual no tiene nada de idealista”.

Doria Medina es consciente de que pudo no salir con vida de esta terrible experiencia en manos de los seguidores del ahora “escritor” Polay, pues la banda que lo secuestró ya había asesinado antes, con ayuda de un grupo de chilenos encabezados por el criminal Jaime Castillo Petruzzi, a dos de sus cautivos peruanos tras tenerlos metidos en “cárceles del pueblo”: los empresarios David Ballón Vera y Pedro Miyasato Miyasato. Ahí tienen pues a este salvaje que tanto defienden desde la izquierda cavernaria.