A un mes de las elecciones regionales y municipales en todo el país, los candidatos intensifican sus campañas con estrategias en la que todo vale, menos pasar desapercibido. La mayoría hace uso de la retórica para prometer hasta lo inimaginable. Hay otros que echan espuma por la boca y hablan desde su enojo y resentimiento para plantear un “mundo ideal”. Ya se sabe la irracionalidad no es buena consejera y por ello ahora sufrimos un gobierno como el de Pedro Castillo.

Hoy por hoy los peruanos estamos sensibilizados por la coyuntura política actual. Y para colmo el desgobierno sigue cobrando notoriedad. Entonces la impaciencia se recicla cada día y el rechazo a los responsables (el presidente de la República y sus ministros) es mayoritario. Si bien es cierto, las elecciones del 2 de octubre son regionales y vecinales, muchos decidirán en las ánforas como si fuera un plebiscito. Está claro que el Gobierno no tiene candidatos, pero hay partidos y movimientos afines que seguramente recibirán un castigo del electorado.

Y mucho cuidado de los políticos que han hecho del despilfarro y la lluvia de millones el leitmotiv de sus campañas. En muchos casos esas son señales claras de corrupción. Estos candidatos  no son una promesa sino una amenaza. Por ello, es fundamental informarse y realizar un voto consciente porque aunque parezca un simple acto es uno de los pilares más importantes de la democracia.

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