Lo único rescatable de la mentira desesperada de Gustavo Petro sobre la titularidad de la isla Chinería, donde está el distrito de Santa Rosa, en la provincia de Ramón Castilla, Loreto, es que el gobierno de Lima volvió la mirada hacia la frontera que compartimos con Brasil y Colombia.Decimos “lo único bueno” porque la firme defensa de nuestra soberanía realizada por parte de todos los actores políticos nacionales es apenas lo mínimo exigible. Lo que corresponde ahora es reforzar las políticas de fronteras que el Estado dice aplicar en todas las zonas limítrofes, y muy en especial en el trapecio amazónico.Leticia y Tabatinga, principales ciudades de Colombia y Brasil en esa área, cuentan con aeropuertos, hospitales y servicios diversos. En cambio, varios sectores del lado peruano solo tienen electricidad por horas.Niños de Santa Rosa y otras zonas cruzan a Brasil y Colombia para estudiar, porque allí la educación es mejor que en su propia patria. Incluso muchas mujeres peruanas dan a luz en hospitales de Leticia y Tabatinga.Defender la soberanía nacional es correcto, pero no puede quedar en discursos encendidos. Debe traducirse en una política de fronteras que ponga a Santa Rosa a la altura de sus contrapartes. De lo contrario, la perderemos, y no será por los exabruptos de un presidente que, al sentir que pierde poder, agita un falso nacionalismo para salvarse.