La lectura diaria de informes periodísticos, muestran una realidad tenebrosa. En el Perú, el crimen no desacelera, sino que, por el contrario, su crecimiento se intensifica. Esta espantosa realidad desintegra cualquier partícula de esperanza que podamos formarnos en la imaginación. Pareciera que la etapa del terror senderista, desterrada hace más de dos décadas, ha dejado una estela. Esa estela heredada del terrorismo no es ideológica, pues los actuales criminales sembradores del terror, no son movidos por teorías revolucionarias. ¡Esa estela es la atmósfera del terror! En la fascinante película Targets (1968) de Peter Bodganovich, el actor Boris Karloff –célebre por personificar a Frankenstein– encarna a un actor de cine de terror, ya retirado y con nulos apetitos de reinsertarse en la industria cinematográfica. La razón sustentada por Karloff, es que “en la sociedad ya nadie experimenta el horror de ver monstruos en el cine, porque la realidad los supera abismalmente”. Aún así, Karloff, es persuadido para participar en lo que será su última película. El film se estrena en un autocine, al que llega un psicópata francotirador que, en el transcurso de la película asesina selectivamente. Luego del derramamiento de sangre y del desorden generado por el francotirador, el único que logra detener al asesino es Karloff, quien dice con hondo pesar: “El horror está en la sociedad. Estos son los monstruos que dan miedo”. ¿No es esta confesión la que comprueba padeciendo diariamente nuestra sociedad? Las fuerzas del mal no se reducen, se acrecientan, nuestros gobernantes siguen balbuceantes y mientras tanto, la necesidad de recomponer el orden interno es imperiosa.