En medio de gran expectativa, el presidente Martín Vizcarra anunció ayer algunas medidas para garantizar el distanciamiento social de los peruanos en la lucha por contener la pandemia del coronavirus. La principal es el retorno a la inmovilización obligatoria los días domingos en todo el país. Además, enfatizó la prohibición de reuniones familiares y fiestas. Estas restricciones se encararán con drasticidad de parte de la Policía y las Fuerzas Armadas. De esta manera, el Gobierno enfrenta el reto de presentarse como garante del orden y la disciplina de los ciudadanos en momentos que los contagiados y muertos por la COVID-19 han superado todos los pronósticos.

Estos propósitos obligan al Ejecutivo a trascender en el corto plazo y presentar resultados auspiciosos. Entendemos que las medidas han sido evaluadas escrupulosamente con el objetivo de asegurarse que la fórmula sea apropiada y que su ejecución produzca una mejora en la dura tarea de disminuir las cifras de la pandemia. Sin embargo, si la gente no colabora, será simplemente una repetición fallida de lo que ya se hizo.

Esperemos que luego de estas decisiones haya señales que alimenten el optimismo de los peruanos. La unidad y el interés por el bien común son lo más importante para que en un futuro próximo podamos tener la convicción de que lo peor ya pasó.

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