La declaración ante el Poder Judicial del teniente general PNP (r) Vicente Álvarez Moreno, comandante general interino de su institución entre el 3 y 7 de diciembre del 2022, en el sentido de que el entonces presidente Pedro Castillo ordenó por teléfono, luego de su proclama golpista televisada, que se cierre el Congreso y se arreste a la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, pone en una situación muy complicada al recluso del penal Barbadillo que ayer dejó de lado el circo de su huelga de hambre.
Durante el juicio oral por el quiebre del orden constitucional, el general Álvarez Moreno ha señalado en calidad de testigo que si bien se encontraba a cargo de su institución debido a que el comandante general, Raúl Alfaro, estaba afectado de COVID-19 y hacía aislamiento en su despacho de la sede del Ministerio del Interior, escuchó cuando Castillo llamó a este último a darle indicaciones absolutamente reñidas con la legalidad y el Estado de derecho, por lo que ambos se negaron a acatarlas.
Esto trae por tierra la alucinada historia contada por Castillo y sus escuderos, que afirman que el mensaje golpista del que el Perú y el mundo fueron testigos, fue solo “un discurso político” o “unas palabras que recogían el sentir del pueblo” sin mayor efecto en la realidad. No, acá está quedando claro que el golpe se dio desde el mismísimo Palacio de Gobierno. Otra cosa es que los mandos policiales se hayan negado a acatar las disposiciones arbitrarias que recibieron y actuado con respeto a la legalidad.
Las declaraciones del general Álvarez Moreno también complican seriamente al entonces ministro del Interior, el coacusado Willy Huerta, quien horas antes de golpe, sin ninguna lógica, se mostraba muy interesado en que la Policía Nacional permita el acceso de simpatizantes de Castillo a la Plaza de Armas de Lima pese a los riesgos que eso implicaba, pues también podían colarse rivales con actitudes violentas. ¿Querían darle una patada a la Constitución con olor a multitud?
Los golpistas, empezando por Castillo, la tienen muy complicada, por más show que haga el cabecilla del grupo, quien muy envalentonado dijo que se iba a la huega de hambre, pero que tuvo que dar marcha atrás a los primeros signos de deshidratación; o que un abogado hable ligeramente de “torturas” a su patrocinada, cuando ella misma ha dicho que se cayó en el vehículo que la llevaba a una de las audiencias en las que participa. El Poder Judicial tiene que ser muy firme con esta gente.