En EE.UU. el impacto por la pandemia, está generando mayor hermetismo en el presidente Donald Trump, pues los demócratas con su virtual candidato a la presidencia, Joe Biden, bucarán imputarlo responsable del desastre viral, y debilitarlo para las elecciones de noviembre.
Solamente en EE.UU., al cierre de esta columna, se reporta más de 550,000 contagiados y cerca de 22,000 muertos, convirtiendo al país del sueño americano, en el más latigado del planeta, y a Nueva York, la ciudad natal del mandatario, con más muertos -más de 9500- y su sistema de salud prácticamente colapsado.
Para neutralizarlo, Trump acaba de firmar un decreto conminando a los países cuyos nacionales se encuentran varados dentro de su territorio, a que en un plazo máximo de 7 días, procedan a repatriarlos, de lo contrario, serán sancionados con la suspensión de la visa de ese país.
La medida es injusta pero soberana, es decir, aunque Washington no podría, por ejemplo, demandar a Perú que también soberanamente, ha cerrado sus fronteras terrestres, aéreas, marítimas y lacustres, mientras dure el estado de emergencia nacional por el mismo problema que afrontan EE.UU. y gran parte de países en el mundo, su gobierno recurre a una medida migratoria de derecho nacional sobre la que realmente poco podemos hacer.
Distinto hubiese sido que EE.UU. sancione a Perú -nunca jurídicamente- por demorar la repatriación de sus nacionales en el país -que los hay-, en cuyo caso sí hubiera constituido un acto de intervención en el frente interno impactando en la soberanía peruana, y activando nuestro reclamo internacional.