Hace poco leía una historia que daba cuenta de un campesino que acostumbraba decirle a sus hijos pequeños que cuando tuvieran más edad les contaría el “secreto de la vida”.  Al cumplir la edad requerida, el mayor de ellos le pidió compartirle el “secreto”. El padre respondió que debía prometer que no se lo contraria a sus hermanos más pequeños y añadió: “El secreto de la vida es que… la vaca no da leche…”. Me puedo imaginar la cara de incredulidad del niño, pero el padre prosiguió: La vaca no da leche, para conseguir la leche hay que ordeñarla y para ello, tienes que levantarte a las 4 de la madrugada, ir al campo, caminar por un corral lleno de excremento, amarrar la cola de la vaca, sentarte en tu banquito, colocar el balde, apretar las ubres correctamente, esforzarte y… ¡ordeñarla! ¡Gran y sencilla lección!

Vivimos en un mundo en el que la ley del menor esfuerzo pareciera ser la regla que se va imponiendo, en el que pareciera pensarse que las cosas deben ser automáticas y ¡gratis!, en el que pareciera que basta desear algo para exigirlo y obtenerlo de forma cómoda, fácil e inmediata. Pero la vida no es precisamente así. Las cosas que uno obtiene son aquellas por las que uno se esfuerza, aquellas por las que uno trabaja.  Es importante entender que las cosas no llegan por sí solas ni mucho menos son gratis.  El éxito se obtiene con esfuerzo, con dedicación, con trabajo y determinación. Es necesario que esto sea enseñado a los niños desde pequeños: el valor de la perseverancia y del esfuerzo por lograr aquello que más deseamos, enseñarles a no rendirse ante los pequeños fracasos y dificultades, a no flaquear nunca en voluntad y esperanza, a enfocarse en la suma de pequeñas metas. La actitud positiva es, finalmente, la que nos hace más fuertes y nos permite desarrollarnos y crecer como seres humanos.  Muchos, al ver a personas exitosas, creen que el éxito se debe a la suerte y no piensan en el enorme esfuerzo que habrán desplegado aquellos que finalmente lograron conseguir sus objetivos.  El éxito no es sinónimo de suerte, ¡es sinónimo de esfuerzo!