El éxito de una pesquería que garantice un aprovechamiento sostenible del recurso, requiere una regulación basada en ciencia, así como un sistema de monitoreo y fiscalización robustos. Además, el compromiso de todos los actores que participan en dicha pesquería para poner por delante la sostenibilidad del recurso. En el Perú un claro ejemplo de ello es el manejo del recurso anchoveta, cuyo éxito y lecciones aprendidas deben ser la ruta para otras pesquerías como la pota.

En estos días, hemos sido testigos de protestas violentas de pescadores artesanales, en el norte del país y otras regiones, que demandan entre otros, una ampliación de la cuota de calamar gigante o pota.

Las vedas y los límites máximos de captura de los recursos pesqueros son necesarios para garantizar su sostenibilidad. Estas medidas se determinan en base a estudios técnicos y ciencia. Ello ocurre para diversos recursos a lo largo del litoral, como es el pulpo, camarón, merluza, bonito, pejerrey, choro y anchoveta, entre otros. El caso de la pota no puede ser distinto.

La ausencia de vedas en el pasado ha generado, por ejemplo, que ya no se encuentre “choritos” para el emblemático plato “choritos a la chalaca” debido a que este fue sobreexplotado.

La pota es la segunda pesquería más importante del país, genera empleo e ingresos para miles de familias. Por ello, su gestión debe responder a altos estándares técnicos que aseguren su sostenibilidad en el tiempo.

El dialogo debe prevalecer, no la violencia. Y la evidencia científica ser el motor para la toma de decisiones que permitan una pesca responsable y sostenible para beneficio de las generaciones actuales y futuras. No nos disparemos al pie.

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