Por 78 votos en contra, 32 a favor y 15 abstenciones, quedó sepultado el proceso de vacancia por incapacidad moral permanente promovido por el Congreso contra el presidente Vizcarra, que una semana antes había sido admitido a debate con 65 votos a favor.

Esta vacancia frustrada deja algunas lecciones: (i) Inmersos como estamos en una colosal crisis sanitaria causada por la pandemia, y en una económica, causada por las desastrosas medidas dispuestas por el gobierno; ambas  hicieron que la población tome con mucho más temor los efectos de la crisis política a la que inevitablemente conduce una vacancia, aunque existan sobradas razones para que ocurra. (ii) Una agresiva campaña mediática desviando el foco de atención del acusado (Presidente de la República) al acusador (Presidente del Congreso) y al mensajero (presidente de la Comisión de Fiscalización del Congreso) imputándoles delito de sedición, como la que hubo. Resultó efectiva para desorientar a un grueso sector de la ciudadanía en su percepción de los hechos, y para amedrentar a muchos congresistas, los que, finalmente, cambiaron su voto o votaron en abstención. (iii) Los peruanos, en su gran mayoría no  aprecian como algo grave la confabulación mostrada en uno de los audios, en la que el presidente instruye a dos personas de su confianza, sobre cómo declarar para despistar a la fiscalía sobre las veces en que Richard Cisneros visitó el despacho presidencial. (iv) En su fuero interno, gran parte de la población considera como normal y aceptable, la práctica generalizada del “tarjetazo” en los organismos del Estado para obtener un puesto de trabajo, aunque en público no dude en admitir todo lo contrario. De allí que el caso “Richard Swing” no haya pasado de ser, en su percepción, un acontecimiento anecdótico y farandulero. (v) El uso del doble discurso ha calado en el comportamiento de muchos políticos, quienes pueden argumentar públicamente en contra de algo, y luego votar, sin rubor, a favor de lo mismo que criticó.