El papa León XIV en su mensaje del domingo 11 de mayo, ha señalado que estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial, la cual se desarrolla de forma segmentada en distintas partes del mundo.
Por nuestra parte hemos sustentado que actualmente ocurre una Guerra Global, la primera de este tipo (Correo, 21/02/23 Un año en guerra global). Se trata de una conflagración en la cual podemos identificar dos tipos de acciones: Primero, la violencia políticamente organizada a través del empleo del poder militar en lugares como Europa del Este, medio Oriente, África y Asia, conformando los escenarios en los cuales se desarrolla la actual Guerra Global que, repetimos, esperamos sea la primera y única. Segundo, la disputa en ámbitos comerciales, tecnológicos y culturales, entre otros, que inciden en las perspectivas de seguridad y desarrollo en todas las sociedades del mundo. Identifiquemos tres ejemplos de impacto. Uno, poder acceder a cereal o urea de Ucrania y Rusia, puede limitar las áreas de tierra cultivable y la producción de alimentos en India, China, Nigeria, Sudáfrica, Canadá, Brasil, Argentina y Perú; dos, la producción, distribución y acceso a productos tecnológicos o electrónicos, sufre la constante interrupción de las cadenas de suministro, aumentando escasez de componentes clave; tres, la urgencia por controlar o desarrollar fuentes de energía. En cada caso los precios al alza golpean las posibilidades por desarrollar nuestros proyectos de vida, aunque nada excusa la responsabilidad de los malos gobiernos en nuestros países.
El papa propone a la Santa Sede, proyectándola como centro neurálgico de la política internacional, para reunir a los lideres de los pueblos a negociar. Diríamos que, al final del día, la paz solo es posible de lograrse entre enemigos.