Señalaba Platón, en su obra “La República”, que un buen líder no pide serlo; Al contrario, son los demás los que voluntariamente piden al líder que lo sea. Para que ello suceda, sin embargo, es necesario que el líder tenga las cualidades necesarias para “inspirar” a los miembros de ese grupo y conducirlos por la senda elegida. El liderazgo entonces, no se impone; el liderazgo inspira, convoca, convence, y tiene el propósito de mejorar la vida de aquellos a quienes se lidera. Un líder, por tanto, no puede ser invisible, no puede ser apático, no puede ser inerte. Tiene que estar presente, ser visual, táctil, auditivo. Tiene que estar “vivo” para poder transmitir y conducir.

Hay que tener en cuenta que hay una diferencia sustancial entre quien ostenta el “poder” y quien “lidera”. No siempre se encuentra este binomio en la realidad. El poder por si mismo, no necesariamente implica liderazgo, en cambio, cuando una persona es líder frente a otras, sí implica poder. Un líder en tiempos complicados, de crisis, como los que vive hoy el Perú: golpeado gravemente por una pandemia sanitaria y, afectado económica, social y políticamente, debe ser capaz de analizar escenarios, tomar decisiones agiles, no tener miedo y estar siempre al pie del “cañón”. Un líder “comunica” claramente su posición, se mantiene informado de todos los acontecimientos, conoce la situación de su sector y se convierte en una referencia, asegurándose de que su voz sea oída y respetada; Se nutre del aporte de su equipo, pero no silencia nunca su voz, sobre todo en momentos claves. Esta presente: se le siente, se le ve, se le oye. Un verdadero líder es empático, se enfoca, actúa, comunica, acompaña, busca soluciones y toma decisiones, sin temor.

El mundo entero ha sufrido un cambio radical en su concepción y en su realidad; los liderazgos mundiales está siendo cuestionados por la opinión pública, quienes buscan líderes verdaderos que les cambien el ánimo y los inviten -con seguridad- a construir el futuro, a la recuperación cierta. Todos los líderes políticos, sociales, económicos y sobre todo empresariales, están bajo el escrutinio público (por lo que hacen y por lo que dejan de hacer). Nunca antes el liderazgo había estado bajo la lupa de tantas personas, simultáneamente. Por ello, se necesita tener conciencia del papel fundamental que deben desarrollar aquellos elegidos para inspirar y conducir, estar a la altura de aquellos que confiaron y no quedarse en el discurso, sino, pasar decididamente a la acción.