Lo máximo, Nadine
Lo máximo, Nadine

Me los imagino muy, muy relajados y solo atentos -eso sí- a cualquier opinión de la Primera Dama, para asentir y sonreír como alguien que se halla frente a una revelación original e ingeniosa. Y rematar con una frase del tipo: "Sí, eso es lo que nunca te perdonarán, Nadine". Así deben ser todos los asesores de la esposa del Presidente, la Número 2 del Gobierno, a quien se le pueden criticar muchas cosas, pero jamás negar el mérito de haber enrolado en su "portátil" particular tanto a una Dacia Escalante y sus gobernadores como al mismísimo presidente de la Confiep.

Sobre la entrevista en la revista Cosas mucha tinta ha corrido. Lo que nos interesa analizar son sus efectos en un Ejecutivo necesitado de temas que lo conecten nuevamente con la población. El último sondeo de Ipsos no admite dudas: en las zonas norte y sur del país, tres de cada cuatro peruanos desaprueba al Gobierno. Y si se entiende que el liderazgo presidencial es clave para "vender" los proyectos del Ejecutivo, sumar el respaldo de otras fuerzas políticas (como se necesitó cuando el Congreso votó la confianza al gabinete Cornejo) y es, además, un indicador de la estabilidad del régimen, es evidente que la interview de marras está muy lejos de abonar a favor del Mandatario. ¿Quién sale aquí más perjudicado, Ollanta o Nadine? La respuesta es obvia.

Sin embargo, nada de esto inquieta al Gobierno y sus voceros. Y no lo digo por la actitud que han asumido públicamente -control de daños, le dicen- sino porque en privado mantienen el mismo verso. Aquí se ve cuánto daño pueden hacer las declaraciones de un hombre de la valía intelectual de Mario Vargas Llosa, quien alcahueteando a Nadine -no es el único, pero sí el más ilustre- le ha dado alas en un momento en que, según todas las encuestas, a ella y a su esposo les convendría que la compatriota Heredia asuma un segundo plano hasta recuperar terreno, como ya ocurrió a mediados del año pasado.

Leerla diciendo que se rebela ante quienes quieren verla "regando las plantitas en Palacio" solo confirma a alguien con mucho potencial pero carente de la inteligencia emocional necesaria para entender que la política es un ajedrez con tiempos y pausas, no una carrera de velocidad. Al fondo de las estupendas fotos de Cosas, agazapado, Alan García –quien debería seguir respondiendo al país por los "narcoindultos"- ríe a mandíbula batiente.