Desde hace unas semanas, los pocos congresistas que quedan en Perú Libre vienen empujando una agenda: formalizar el taxi colectivo en Lima “así sea por insistencia”.

La frase anterior fue dicha por el segundo vicepresidente del Congreso y vocero de la bancada, Waldemar Cerrón, y ha sido secundado por el prófugo menos buscado del país, su hermano Vladimir, quien desde la clandestinidad ensaya ejercicios mentales para decir que entregar las calles es luchar “contra el lucro de las concesionarias”.

Según este delincuente, pedir un transporte seguro para las decenas de miles de personas que a diario padecen el tráfico de Lima es en realidad “salvaguardar el lucro de las concesionarias”.

Tal vez no ha visto que en los países que idolatra, como Rusia, tienen un eficiente sistema de transporte público, no se le ha dado permiso a personas con autos que hagan lo que quieran en las calles ni que brinden un servicio de traslados saltándose todos los requisitos de seguridad.

Está de más decir que el sistema de transportes que tiene la capital es una lágrima, pero también es demasiado pedirle a este grupo que defiende a ilegales de toda calaña que piensen en el pueblo y no solo en aquellos a los que les deben haber llegado al poder, o acaso ¿hemos olvidado a “Los dinámicos del Centro”?

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