Este sábado, los 130 congresistas del Perú elegirán a la nueva Mesa Directiva del Legislativo para el periodo final de su cuestionada gestión. Lejos de ser una oportunidad para corregir el rumbo y recuperar algo de legitimidad, todo apunta a que el Congreso volverá a elegir el camino del descrédito.

La lista favorita es encabezada por José Jerí, congresista de Somos Perú, quien enfrenta investigaciones por presunta violación sexual, enriquecimiento ilícito y desobediencia a la autoridad. A esto se suma el incumplimiento de una medida del Ministerio Público que le exigía seguir un tratamiento psicológico en el marco de una denuncia por abuso. Que una figura con este historial sea promovida para dirigir el Congreso, ya es una señal alarmante del nivel de degradación política al que hemos llegado.

Lo más preocupante es que esta candidatura cuenta con el respaldo de las principales bancadas: Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y Perú Libre. Un bloque que, pese a sus supuestas diferencias ideológicas, ha demostrado que puede aliarse cuando se trata de blindar intereses y repartirse cuotas de poder. La estabilidad que buscan no es la del país, sino la de su propia impunidad.

De concretarse esta elección, no solo se perpetuará la imagen de un Parlamento sin rumbo ni ética, sino que también se fortalecerá la alianza entre el Ejecutivo y el Legislativo, una unión que ha optado por repartirse el Estado en lugar trabajar respetando autonomías.