Ahora que ya sabemos que no debemos pedir el Huáscar porque es un trofeo de guerra, pues Chile lo consiguió durante el Combate de Angamos, el 8 de octubre de 1879, en que Miguel Grau y su tripulación se inmolaron por amor a la Patria, y porque jamás nos los darán dado que en el Combate de Iquique -21 de mayo de 1879-, murió en su cubierta, su más grande héroe naval: Arturo Prat, lo que sí debemos reclamar a Chile, son nuestros bienes saqueados y que constituyen botín de guerra pues fueron robados, que es distinto del trofeo de guerra, que fue ganado.

La entonces directora de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), María Emma Mannarelli, en un vergonzoso discurso (2018), -era ministro de Cultura como ahora, el diplomático Alejandro Neyra-, en el marco de la inauguración de una exposición bibliográfica, intitulada “Memoria recuperada: Libros devueltos por Chile al Perú”, dijo que la entrega en ese año de un lote de libros “…señala un punto culminante de un largo proceso, con lo cual por los 5000 libros exhibidos en esa ocasión, acabó nuestro reclamo…”.

Para colmo, la nota de prensa de la BNP,  ocultando que fueron más de 50 mil libros robados, señaló que “…se exhibe valioso material bibliográfico que se perdió durante la ocupación de Lima…”. Fue esclarecedora la carta del director de la Biblioteca, Manuel de Odriazola, al Ministro de la Embajada de EE.UU. en Lima, Mr. I.P. Christiancy, en 1881, al denunciar que se estaba consumando “…un crimen de lesa civilización…” y hasta Ricardo Palma contó más de 50 mil libros antes de la ocupación de Lima y exiguos 738 después del saqueo.

Por si fuera poco, queda como prueba irrefutable, las irrebatibles cifras registradas por el sabio polaco Ignacio Domeyko -contratado por Chile-, en sus memorias, al confesar que mandó publicar “…su lista en los diarios del Gobierno para que se viera el poco provecho que aportó al país ese robo y cuánto contribuirá para excitar animosidades entre naciones hermanas…consignando 10 mil ejemplares –inventariados- y el resto fue enviado a la Biblioteca Nacional de Chile”. Luego dijeron hallarse en bibliotecas privadas para que le echemos tierra. Para que haya confianza en una relación bilateral sensibilizada por la infausta guerra, Chile debe devolvernos los incunables y otros objetos robados.