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Susan Ochoa sigue celebrando, y se lo merece. Su rotundo e indiscutible triunfo en la competencia internacional del Festival de la Canción de Viña del Mar era el reconocimiento que le faltaba para reafirmar una carrera como intérprete que no precisamente fue pareja y menos tuvo el apoyo que hubiera querido, pero que en los últimos años le ha dado una presencia en la escena musical local en base a su propio esfuerzo, aunque algunos ahora quieran subirse al coche. La Gaviota de Plata a la mejor interpretación es de ella, de nadie más. Hay que dejar que la festeje, la acaricie y, luego de la euforia, que entienda que es un importante logro, pero que hay que guardarlo como un entrañable y bonito recuerdo. La cantante debe seguir trabajando, el doble, para sobrevivir en una industria musical casi inexistente, y reafirmamos industria, no nos referimos a talento, que hay mucho y en todos los géneros musicales. En Susan se refleja la historia de muchos cantantes, hombres y mujeres, grupos musicales con diversas propuestas -que van desde el pop, pasan por el rock, y llegan hasta lo andino y criollo- que buscan hacerse un lugar y muchas veces se enfrentan a la dura realidad no solo de falta de apoyo, sino de una nula difusión de sus propuestas en los medios masivos de comunicación. Al año, la gran mayoría de cantantes y agrupaciones gastan de su propio bolsillo con el fin de producir sus temas para recibir un “no” rotundo cuando llegan a una estación de radio o televisora para que consideren la posibilidad de dar a conocer lo que están haciendo. Las redes sociales y las plataformas ayudan, son un gran aliado de los que buscan ubicar sus propuestas en el gusto del público, pero siempre los canales masivos serán contundentes. Los empresarios relacionados al rubro musical también deben poner de lo suyo. ¿Por qué cada vez que hay un concierto de algún artista internacional de cualquier género no se incluye a un talento local que abra el espectáculo -pero no gratis, ojo- y así el público escucha en vivo a artistas que quizás lo puedan sorprender para luego seguirles la pista? Y aquí va lo importante: hay que quitarnos esa creencia de que los músicos trabajan por amor al arte o, si cobran, debe ser poco. Desde el que te va a cantar en el matrimonio, la fiesta de 15 años o la de tu cumpleaños. Los músicos son tan profesionales como cualquier otro, y merecen un pago justo. Si queremos que los talentos no se desperdicien, o que se den por vencidos, hay que fortalecer una industria, y eso es tarea de todos.

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