El audio donde un personaje desconocido amenaza la integridad de la delegación diplomática peruana en México debe llevar a que se tomen  las medidas necesarias para garantizar la seguridad de toda la legación nacional en dicho país y estas pasan porque las autoridades mexicanas hagan todo lo que esté en sus manos a fin de dar con la identidad del agresor.

Pero también debería servir para que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tome conciencia de sus acciones y baje el tono a las declaraciones que emite contra el Perú ya que él es quien viene elevando la retórica entre ambos países y el audio amenazante es el resultado de estas.

Desde este espacio ya alertamos que lo que AMLO busca es desviar la atención de los problemas que aquejan a su gestión, creando un chivo expiatorio en Dina Boluarte y el gobierno del Perú, una especie de psicosocial internacional que tape las denuncias de corrupción y la crisis que ocurren en el país norteamericano.

Los desvaríos del presidente mexicano no pasaban de ser una mala anécdota, un pie de página, pero ahora -aunque este audio resulte ser una amenaza vacía, o una broma- ya se ha configurado un delito y el mexicano ha sido el principal azuzador de toda esta situación.

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