Cada vez que escucho las sandeces que dice López Obrador, por desgracia aun presidente de México, sobre nuestro país, no puedo creer que vengan del mandatario de un pueblo amigo y socio del Perú desde hace muchos años con el que nos une lazos de fraternidad y que son olvidados a propósito por este personaje cuyo pueblo le reclama cambiar de actitud por defender lo indefendible en apoyo al reo y golpista Pedro Castillo haciéndolo pasar como la víctima al que le dieron un golpe de estado por ser un simple profesor y campesino. Pero no dice que este sujeto resultó ser el presidente más corrupto de la historia peruana.

Distrae al pueblo mexicano con el tema del Perú durante sus diarias y soporíferas conferencia de prensa que ofrece. Los periodistas cotidianamente lo tienen que soportar casi casi horas. Tuvo la osadía de anunciar el congelamiento de las relaciones comerciales con Perú decisión que encontró en su país tenaz resistencia. El Consejo Empresarial mexicano rechazó con firmeza el anuncio. Todo por no reconocer al gobierno de Dina Boluarte y defender al corrupto Castillo. Su caso es patológico y su gestión la más violenta en la historia mexicana con 151,836 homicidios dolosos.

La otra joyita de esta dupla que odia al Perú es el presidente de Colombia, Gustavo Petro, guerrillero del M19 que en 1985 participó en el acto considerado más sangriento de la historia de Colombia. Fue la toma del Palacio de Justicia que originó un enfrentamiento con la Policía y el Ejército dejando 94 personas muertas. También pregona la inocencia de Castillo y grita a los cuatro vientos su vuelta al poder. Como su “cuate” AMLO están con las manos manchadas de corrupción y sangre. Ambos tienen el techo de vidrio para demandar respeto a los DD.HH.