Las 145 llamadas intercambiadas entre el electo congresista por La Libertad, Luis Valdez, y el exmiembro del Consejo Nacional de la Magistratura, Orlando Velásquez, han tenido un efecto que aún no se termina de medir en el país y en el norte en particular. Quien escribe esta columna ha podido conocer que el tema le preocupa a César Acuña y que no es un problemilla cualquiera.

Luis Valdez ha justificado el intercambio de llamadas telefónicas con la relación amical que, dice, ya lleva años con el interlocutor. Ayer, tras la ceremonia de juramentación del nuevo rector de la Universidad Nacional de Trujillo, Velásquez también repitió el mismo argumento: “Somos amigos”.

Lo cierto es que, además de la amistad que se dicen tener, Luis Valdez bien pudo haber tenido razones para llamar a exmiembro del CNM. Vale recordar que Valdez, además de sucederle a Acuña en el cargo de gobernador de La Libertad, es su hombre de extrema confianza, es casi su hijo, como varios lo atestiguan y ellos mismos lo expresan; y, sobre todo, ha sido su abogado o asesor legal en determinados y mediáticos casos que ha tenido que afrontar el líder de Alianza Para el Progreso.

El detalle, por supuesto, está en el contenido de esas 145 conversaciones telefónicas entre ambos. ¿Se saludaban solo como buenos amigos y se ponían a chismear un poco con bromas propios de compadres? ¿O se tocaban otros temas referidos a varios casos que hoy se investigan en la fiscalía?

No es, además, la primera vez que Acuña y su entorno aparece vinculado a los presuntos miembros de “Los Cuellos Blancos del Puerto”. Y probablemente tampoco será esta vez la última.

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