Los presidentes son protegidos al máximo dado que están investidos de la más alta investidura en sus países a los que personifican, pero igual no se escapan a la posibilidad de volverse vulnerables frente a ataques y agresiones generalmente de sectores de oposición que están a la caza del mayor rival político. Eso es lo que ha pasado una vez más al presidente de Francia, Emmanuel Macron, a quien le fue lanzado un huevo por un ciudadano francés el día de ayer, durante su paseo por una feria gastronómica.
Por si fuera poco, durante el mes de junio de este año, fue abofeteado en el rostro en su visita a Tain- L´Hermitage, posiblemente por un simpatizante de la ultraderecha francesa y antes, en 2017, durante su visita al Salón Internacional de Agricultura en París, un manifestante le arrojó un huevo a la cara que sí estalló, exponiendo al mandatario frente a las cámaras de televisión. Su desgaste político, entonces, es incuestionable pero ¿Cuál sería la causa de esta realidad?. No me parece un jefe de Estado incapaz ni carente de simpatías.
Macron, líder de En Marcha, en mayo de 2017, ganó la presidencia a la ultraderechista Marine Le Pen en segunda vuelta, con más del 60 % de los votos. Es verdad que ha tenido momentos sumamente difíciles como la marcha de los chalecos amarillos por el duro golpe a la clase media francesa por las medidas de austeridad decididas o el sonado “Caso Benalla” que realmente golpeó y mucho al gobierno y al propio presidente, al conocerse que su antiguo guardaespaldas, Alexandre Benalla, vestido de antidisturbios, agredía a manifestantes durante un acto de protesta. Macron igual se esfuerza por sortear estos momentos complejos que afectan a su imagen y por su puesto a la gobernabilidad en Francia. Para suplir esta realidad presidencial, Macron ha intentado valerse del frente internacional para mejorar su imagen pero no ha podido lograr un resultado de impacto.
Está muy lejos al frente de Francia del tiempo que ha permanecido en el poder Ángela Merkel, la canciller de Alemania saliente, y sin embargo, su dirección de picada política, no ha podido revertirlo conforme lo esperado. Su gobierno culminará todavía en 2022 y cuenta aun un tiempo por delante para mejorar la performance que francamente no vi tan gastada en otros presidentes de Francia en las últimas décadas.