Difícil entender por dónde va la candidatura de Pedro Castillo, quien el lunes último ha dejado muy en claro que no participará en el debate que él mismo propuso a Keiko Fujimori en la puerta del penal Santa Mónica, quizá temiendo que un nuevo encuentro con su rival le pase factura como sucedió tras el evento llevado a cabo en Chota, en que el postulante de Perú Libre mostró más debilidades que fortalezas.

Si Castillo teme a los debates y a exponer ofertas electorales frente a los ojos del país, ¿para qué propuso intercambiar ideas en el penal de mujeres? ¿Quién lo asesora aparte de Vladimir Cerrón? Pero lo lamentable no solo es que se corra a un encuentro informal que él mismo propició en uno de sus encendidos discursos, sino que la siga haciendo larga para aceptar el intercambio de ideas oficial organizado por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE).

Es evidente que Castillo está tratando de ganar tiempo a fin de que ya no sea posible realizar los cuatro debates (dos de candidatos presidenciales, uno de postulantes a vicepresidente y uno de equipos técnicos) que el país necesita para conocer qué proponen los que aspiran a gobernarnos. En este punto, el JNE debería actuar con energía, y como autoridad decidir la cantidad y modalidad de los encuentros. El que quiere participar, participa; y el que no, se queda en su casa.

De otro lado, el candidato de Perú Libre sigue meciendo al país con la presentación de los profesionales y expertos con los que piensa gobernar. Primero dijo que no hacía pública la identidad de estas personas a fin de evitar que las “terruqueen”. Sin embargo, el lunes por la noche Castillo señaló que los equipos técnicos son “parte del pasado”, con lo que va quedando claro que no tiene gente y que su único soporte es el marxista, leninista y chavista de Cerrón, el dueño de Perú Libre.

Si así lleva su campaña electoral el profesor Castillo, habría que ver qué podría hacer en caso sea elegido presidente de la mano de Cerrón y de quienes por estos días lo están asesorando y llevando al desvío. Queda claro que no todo es pararse en una plaza, dar de gritos, proponer debates para luego correrse y repetir una y otra vez la palabra “pueblo”. El Perú se encuentra en una situación demasiado crítica como para ponerlo en manos de los improvisados y patéticos líderes de Perú Libre.

TAGS RELACIONADOS