Desde el inicio de la historia humana, pensadores y filósofos han tratado de definir el “bien” y el “mal”  y han logrado amasar distintos conceptos e ideas que siguen cambiando con el paso del tiempo. Heráclito, 535 años antes de Cristo, creía que el bien y el mal son dos notas en una misma sinfonía. Sócrates, señalaba que el conocimiento es condición necesaria y suficiente para obrar con rectitud. Platón sostenía que el bien es la idea suprema y que el mal es la ignorancia. Hacia el siglo XX, el gran cantautor Facundo Cabral afirmaba, con mucha sencillez, que si los malos supieran el buen negocio que es ser bueno, serian buenos, aunque solo fuera por negocio. El bien y el mal pueden ser finalmente valoraciones morales que abarquen los principios de verdad, justicia, orden, equilibrio, armonía y paz, y pueden cambiar con el paso del tiempo, pero abarcan ciertamente conceptos de lo que somos, de cómo somos y de cómo nos conviene seguir siendo para convivir, colectivamente, en paz. Hace poco, veía un video producido por quienes se denominan “APU” (Artistas puneños unidos), nombre coincidente con la palabra quechua APU que significa “señor”, que daba cuenta de un relato perverso en el que se satanizaba a las Fuerzas Armadas de nuestro país y se las colocaba como asesinas, opresoras y enemigas de la población. No vale la pena analizar a profundidad el mensaje, porque se reduce a la confrontación eterna entre lo que muchos pretenden estigmatizar como lo bueno y lo malo. Lo que si debo señalar es que la Policía y las Fuerzas Armadas de nuestro país tienen una misión que emana de la Constitución y se basa, principalmente, en el principio de garantizar, mantener y reestablecer el orden interno y la paz, en caso se extravíen. Lo lamentable de “expresiones culturales” como la señalada, en la que se hace grotesca gala de la confrontación, el odio y la indisposición de unos hacia otros, me hace pensar justamente en la única bandera que debemos elegir levantar los peruanos para lograr que nuestros millones de compatriotas caminen en una ruta de esperanza en la que optemos por el dialogo y no por la confrontación, por lograr el desarrollo colectivo y no solo el personal, por la paz y no por la violencia: Optemos por el buen negocio de hacer el bien!