Los que pretenden ver en este nueva crisis del Ministerio Público que la arbitrariedad y el sesgo político están de un solo lado, como siempre, se equivocan. La extrema polarización que vive el país se exacerba porque de un lado están los recalcitrantes que ven en Patricia Benavides a la Inmaculada Concepción y, del otro, los que consideran a Delia Espinoza, Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez la Santísima Trinidad. Así que, como siempre, todo depende del cristal con que se mire.

Por eso, de antemano, ya se sabe que la pléyade que integran César Azabache, José Ugaz, Luciano López, Carlos Rivera, Beatriz Ramírez, Rosa María Palacios y un largo etcétera buscarán los argumentos para contrarrestar el “ataque” a Espinoza y la defenderán a rajatabla como antes fueron el chaleco antibalas de los fiscalillos politizados que emprendieron una cacería brutal contra los opositores políticos de estos mismos fiscales y de los propios opinólogos.

Por eso, para ellos, no habrá tiempo ni deseos ni intenciones de analizar si la decisión de la anterior JNJ contra Benavides respetó el debido proceso, si no fue una sanción exprés o se emitió por una ponente, Luz Inés Tello, que ya estaba en proceso de inhabilitación política. Si festinó las conclusiones e hizo cambios al documento cuando ya estaba inhabilitada -como señala la actual JNJ- no importa. La verdad es solo una, es la de ellos y lo demás es fascismo, dictadura, golpe de Estado, violación a la Constitución. Es ese dogmatismo el que socava las instituciones y hunde al país, pero los que también contribuyen a ello no se dan por aludidos. Ellos solo sirven para levantar su impoluto, íntegro y digno dedo acusador y señalar a los culpables. Lo demás, o los demás, somos mafiosos, ineptos o estamos equivocados.