El gabinete de la premier Mirtha Vásquez pasó raspando, casi con 11 de nota, la prueba de recibir la confianza del Congreso. Sin embargo, a las pocas horas el Poder Ejecutivo salió, por cuenta propia, a buscar nuevas peleas.
Lo vimos con el presidente Pedro Castillo afirmando que no le importa la oposición y luego dando de baja a dos comandantes generales que no aceptaron ascender a sus “recomendados”.
Hasta la semana pasada teníamos dos ministros cuestionados: el de Educación, que es un sindicalista radical empeñado en traerse abajo la meritocracia; y el de Transportes y Comunicaciones, que está jugando a favor de los empresarios y choferes piratas, en lugar de ponerse del lado de los sufridos usuarios que se juegan la vida al viajar en unidades públicas.
Ahora tenemos un nuevo lío que sacude al país, por obra y gracia del propio presidente Castillo en complicidad con su secretario Bruno Pacheco, los que creen que las Fuerzas Armadas son su chacra, donde pueden venir a hacer lo que le da la gana y no pasa nada. Y mientras el Ejecutivo no avanza por lastres como los ministros mencionados y el manoseo a las Fuerzas Armadas, afuera, en la calle, no hay gestión. Todo es apagar incendios generados por el propio gobierno comunista de Castillo, un personaje que a todas luces, no está calificado para ser el jefe del Estado.