Desde que en la primera semana de octubre del año pasado, el presidente Martín Vizcarra formó su nuevo gabinete agitando las banderas de la lucha contra la corrupción y promoviendo –supuestamente– la decencia en la política tras la disolución del Congreso, pocos imaginaron que apenas cuatro meses después, varios ministros terminarían metidos en escándalos que deberían llevar a preguntarnos de dónde sacó el mandatario a semejantes personajes.

Primero fue el titular del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, Jorge Meléndez, quien tuvo que dejar el cargo acusado de haber pedido empleo para la madre de uno de sus hijos en el Congreso mientras era legislador oficialista. Más tarde cayó la titular de Salud, Zulema Tomás, por no declarar que tenía a familiares trabajando en el Estado. El siguiente fue Francisco “Francesco” Petrozzi, tras remover a Hugo Coya de la presidencia de Canal 7 y Radio Nacional.

El caso de Edmer Trujillo, en Transportes y Comunicaciones, es insólito. El hombre es a prueba de balas a pesar de sus movidas nada claras en la construcción del Hospital Regional de Moquegua, cuando trabajaba al lado del hoy presidente Vizcarra. No olvidemos a la titular de Justicia y Derechos Humanos, Ana María Revilla, célebre por su “modo Navidad” tras un cuádruple crimen en El Agustino. No se queda atrás la inclasificable ministra de la Mujer, Gloria Montenegro.

La última del gabinete encabezado por Vicente Zeballos la hemos conocido el domingo último en Panorama, con la denuncia de que el ministro de Energía y Minas, Juan Carlos Liu, a quien ya se le aceptó la renuncia, era asesor de esa cartera mientras cobraba como consultor de la constructora Odebrecht, que siempre resulta metida en la cochinada. ¿Gato por despensero? ¿No hubo conflicto de interés? ¿Nadie se dio cuenta de esto antes de convocarlo el equipo ministerial?

Acá tenemos al gabinete que debía renovar la política luego del Congreso que fue enviado a su casa en medio de aplausos. Supuestamente desde el 30 de setiembre, todo eso sería desterrado. Es lo que dijo al país el presidente Vizcarra. Sin embargo, notamos olores fétidos y papelones que salen del mismo Poder Ejecutivo, que debía ser la cara opuesta de los delincuentes y sinvergüenzas que hemos visto en el Parlamento. ¿Cambiamos para terminar en lo mismo?

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