En este año que se acaba nos queda la sensación amarga de que la inseguridad ciudadana no se ha detenido pese a los esfuerzos de las autoridades por combatir el crimen organizado con algunas capturas importantes. Aún no se ha logrado mitigar el daño que le hacen los delincuentes a la sociedad, en especial a los niños. Lo lamentable es que se percibe con normalidad pagar un cupo para que puedan trabajar, por ejemplo, los obreros de construcción civil y los transportistas. No hay obra en el norte del país que no se vea afectada por el peaje criminal, como tampoco ruta urbana que no cancele por dar una vuelta en la ciudad. A propósito, me entero que, a partir de enero del próximo año, el jefe de la Brigada Especial contra la Criminalidad Nacional y Extranjera en Trujillo, coronel PNP Víctor Revoredo Farfán, se irá a Chile, donde -dicen los expertos- se encuentra el cabecilla de “Los Pulpos”, la organización criminal que pese a los golpes en contra continúa con su hegemonía. ¿Cuál es el mensaje? Son otros tiempos, escuchamos decir casi resignados a algunos ciudadanos que conocen a alguna víctima del hampa. Pero los tiempos nunca son iguales para el mal, que se ha perfeccionado en desmedro de las personas de buen vivir. Ejemplo: la tecnología juega a favor del crimen, en vez de que sirva de protección. Importemos estrategias para acabar con esa lacra que tiene en vilo a los ciudadanos. Miremos países donde el crimen haya sido golpeado. Pero también traigamos alternativas para que los más jóvenes opten por servir a la nación antes que a la delincuencia. No normalicemos que los niños escojan ser de una banda criminal.