Trump, en sus primeros 20 días de mandato presidencial, ha remecido la estructura de la burocracia estatal americana. Es decir, la numerosa planilla enquistada en la administración de los recursos del Estado que desarrollan una agenda distinta a la de su gobierno. En otras palabras, una agenda propia.
Este mismo esquema de copamiento estatal se ha repetido en numerosos países. El Perú no es ajeno. Aquí, al igual que en EE.UU., existe una cofradía progre-caviar tecnócrata que ha sobrevivido por más de 20 años en la administración pública. Entran y salen del Estado, cual “puerta giratoria”, con la finalidad de desarrollar la agenda globalista. Han gobernado tras bambalinas coexistiendo con los gobiernos de turno, inclusive con la corrupción al más alto nivel. Lo decíamos hace mucho: no habrá un gobierno verdaderamente de izquierda o derecha mientras la cofradía progre-caviar esté en la burocracia estatal.
Cambiaron los presidentes, pero no la agenda. Muchos medios y periodistas independientes no lo eran, los colectivos espontáneos tampoco; las ONG, una gran parte de ellas, fueron financiadas por USAID, es decir, la embajada norteamericana progresista. Han tenido el descaro de intervenir en políticas internas con la complicidad de políticos locales que han fungido de agentes y activistas.
Lo sucedido es gravísimo y merece una investigación al más alto nivel. En resumen, en los últimos 20 años hemos estado gobernados por la cofradía progre-caviar que nunca fue elegida. Han sacado y puesto presidentes afines a sus intereses. ¡Nada fue espontáneo, todo fue financiado!