La caída de “El Monstruo” volvió a exponer un secreto a voces: Los altos niveles de corrupción en la Policía Nacional. Erick Moreno ha dicho no solo que había altos mandos que lo protegían, sino que dos de sus rivales, sanguinarios hampones, tienen comprada a la PNP. Se refirió así a Adam Smith Lucano, “El Jorobado”, y a Luis Vargas, “Loco Joe”, rivales de “Los Injertos del Cono Norte”.
Es difícil creer en la palabra de un hampón como “El Monstruo” pero su versión tiene verosimilitud si nos remitimos a los hechos. Lima está tomada por la extorsión con la complacencia y complicidad de un grupo de policías. Es esto un escándalo sin precedentes ante el cual las autoridades no quieren reaccionar. Y es adrede.
¿Qué razón existe para esa elocuente inacción? Una posibilidad es que los niveles de corrupción estén muy extendidos y lleguen a las más altas esferas. En ese caso, se ha optado por la convivencia con el crimen, algo como lo que ocurre en México.
Antes Juan José Santiváñez y ahora Carlos Malaver son los grandes responsables de esta abyecta convivencia. Ambos saben lo que está pasando y por qué no se está actuando. Saben los ríos de dinero que discurren por la alta oficialía, de comisarios y suboficiales que son parte de esta red, informantes camuflados, operadores que usan el uniforme y lo manchan de inmoralidad. Con ese dinero vil, teñido de la sangre de choferes, mototaxistas y ciudadanos inermes le dan de comer a sus hijos.
La tarea urgente es empezar a limpiar a la Policía o estamos condenados al fracaso y camino a ser un Estado fallido. El general Óscar Arriola sabe por dónde empezar. Gracias presidenta Boluarte por su desesperante pasividad.