Coincido con lo señalado el jueves último por el congresista José Cueto (Honor y Democracia), en el sentido de que Alianza para el Progreso (APP), el partido de César Acuña famoso por llevar impresentables, sinvergüenzas y delincuentes al Congreso y a la administración pública en general, no siga manejando el Poder Legislativo como lo viene haciendo desde julio del 2023, cuando logró colocar en la cabeza de la Mesa Directiva a Alejandro Soto y un año después a Eduardo Salhuana.

Recordemos que esta agrupación política propiedad de César Acuña, quien parece andar más interesado en salir de vacaciones que en trabajar por la región La Libertad, fue la misma que en el 2021 llevó a este Congreso a un legislador que por estos días cumple su sentencia de 13 años de cárcel por violación sexual. En años anteriores puso en una curul a gente con prontuario como Edwin Donayre, Benicio Ríos y Humberto Acuña, y ni qué decir de los alcaldes que ha tenido que escapar por la ventana para no ir presos.

No olvidemos tampoco que un alto porcentaje de los “mochasueldos” del Congreso son de las filas de APP, una agrupación que parece ser una coladera al momento reclutar a la personas, pues pasa de todo. ¿Y a todo esto qué dice Acuña? Pues que las críticas son parte de una campaña contra su agrupación que por estos tiempos es un vital aliado para la alicaída gestión de la presidenta Dina Boluarte, que mantiene el inservible estado de emergencia en algunas zonas de La Libertad para tener contento a su socio político.

Con esos antecedentes tan turbios, resulta absurdo que APP maneje la Mesa Directiva del Congreso desde hace año y medio. No tiene la menor autoridad para hacerlo. El escándalo ha estallado esta vez por la denuncia de la existencia de una presunta red de proxenetismo al interior del Poder Legislativo a cargo, según diversas investigaciones, del abogado Jorge Luis Torres Saravia, vinculado con el partido de Acuña y a su brazo derecho, Luis Valdez. ¿Se atreverá el Ministerio Público a citarlos?

Lamentablemente, es difícil que este Congreso de “otorongos” mueva un dedo para cambiar esta situación que hunde más en el descrédito ciudadano a una institución que cada cinco años trae a peores elementos. Creíamos que en tres años y medio habíamos visto de todo, hasta a un violador con escaño y a un terrorista como asesor parlamentario, pero ahí estaba oculta esta presunta red para hacernos ver que siempre se puede ir más abajo, todo por votar de la peor manera e irresponsablemente.

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