El martes la bancada de Unión por el Perú (UPP) mostró su inconsistencia, improvisación y escaso nivel político al dividirse a solo dos meses de haber asumido funciones y también por la alucinada propuesta de derogar la Constitución de 1993 para poner en vigencia la Carta Magna de 1979 y luego llamar a una Asamblea Constituyente, sí, así de fácil, como quien pide en una bodega que cambien una Inca Kola por una Coca Cola.

En el primer caso, la bancada se ha partido. Se ha ido una facción de cinco legisladores liderados por Edgar Alarcón, el excontralor apartado del cargo en medio de un gran escándalo y que ahora tiene varias cuentas pendientes en el Ministerio Público. Han pedido al Congreso ser reconocidos como el grupo parlamentario “Frente Patriótico-Etnocacerista”, con lo que queda claro que son los más próximos a Antauro y por lo tanto los más radicales.

Mientras tanto, aprovechando la crisis sembrada por el COVID-19, los legisladores, Posemoscrowte Chahua y Roberto Chavarría, ambos sentenciados por el “Andahuaylazo”, han planteado acabar con la Constitución de 1993, poner en vigencia temporal la de 1979, convocar a una Asamblea Constituyente y tener una nueva Carta Magna antes del 28 de julio del próximo año. Como si fuera tan fácil y más aún en tiempos de una pandemia que nos deja miles de muertos.

Es obvio que una división en UPP a solo dos meses de asumir cargo como bancada, y un mamarracho monumental como la propuesta presentada el martes, son acciones propias del nivel de Congreso que se ha elegido en enero último y más aún de un grupo político inclasificable del que se puede esperar cualquier cosa, incluso un intento por cambiar la actual Constitución a la volada, algo que sin duda debe de gustar mucho a las otras facciones de la izquierda peruana.

Felizmente UPP tiene poco peso en el Congreso en cuanto a votos, incluso al lado de sus eventuales aliados. Sin embargo, llama la atención lo poco que ha cambiado nuestro Poder Legislativo, ese espacio oscuro donde todo puede pasar, pese a que esto no debería suceder tras las elecciones de enero. ¿Qué viene más adelante? ¿Paredón para todos? ¿Declarar héroes nacionales a los asesinos del “Andahuaylazo”? ¿Lanzar a Virgilio Acuña como candidato presidencial?