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El ministro de Educación, Idel Vexler, le habrá hecho un gran servicio al país si durante su gestión logra desterrar los textos ideologizados y alejados de la realidad que han estado usando los alumnos de la escuela pública y que en poco o nada han ayudado a que los futuros ciudadanos del Perú conozcan el horror que se vivió en su patria ante la irrupción de bandas terroristas como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

Ha sido indignante ver el sesgo de algunos de esos textos elaborados por “pensadores” y “analistas” de conocida tendencia que con sus tibias posturas en los últimos 37 años no han hecho más que jugar en favor de bandas criminales como las que hoy se mantienen vigentes precisamente apelando a jóvenes e incluso a niños, como hemos denunciado en Correo, que en las aulas escolares jamás han conocido lo que realmente sucedió en el Perú.

Eso de “conflicto armado interno”, “violencia política”, “grupos alzados en armas”, “organizaciones políticas que usaron métodos terroristas” entre otros términos, deben desaparecer para que las cosas sean llamadas por su nombre, pues el Perú estuvo bajo el ataque de bandas armadas, genocidas, terroristas y criminales, por más que a algunos no les guste y hasta hagan esfuerzos por pasarlas por agua tibia por razones que sería bueno conocer.

El ministro Vexler, a quien parecen no querer mucho aquellos que añoran las recientes gestiones de Patricia Salas, Jaime Saavedra y Marilú Martens, tiene una gran labor en su sector, especialmente en la tarea de replantear por completo la forma en que se informa y educa a los escolares sobre lo sucedido desde 1980, cuando una horda de salvajes pretendió tomar el poder por las armas acabando con la vida de al menos 30 mil personas. ¿Esto era hacer “política”?

A Sendero y sus grupos de fachada hay que combatirlos con las armas, la ley y también con educación basada en la realidad y no en los caprichos de personajes ideologizados hacia la izquierda que en el pasado fueron puestos por las autoridades del sector, a lo largo de varios gobiernos, a elaborar textos dudosos y a la larga muy peligrosos, que hoy deben ser revisados y desaparecidos si es necesario.