El expresidente boliviano Evo Morales, quien en 2019 tuvo que abandonar su país por la puerta falsa luego de un proceso electoral a todas luces fraudulento, parece estar dispuesto a incendiar el altiplano con tal de que se le permita postular nuevamente a la Presidencia, a pesar de que la Constitución, las leyes y pronunciamientos de todo el sistema legal han reiterado que está imposibilitado.
Es evidente que este sujeto, un antiguo dirigente cocalero El Chapare (Cochabamba) que afronta graves acusaciones por ataques sexuales a menores de edad, no cree en la democracia ni el estado de derecho, por lo que se ampara en el “poder” de la turba, de los vándalos que atacan ambulancias, la pedrada, la quema de llantas y el bloqueo de carreteras para imponer su capricho “en nombre del pueblo”.
La situación se puede poner más crítica a partir de esta semana, luego que en la últimas horas el Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirmó que son 10 los candidatos presidenciales para los comicios del 17 de agosto, sin considerar a Morales entre los postulantes al ser parte de un partido sin inscripción vigente. Qué dirán en el Perú los izquierdistas que tienen como “luz inspiradora” a Morales, quien con las medidas económicas puestas en marcha desde su gobierno (2006-2019), se encargó de hundir a su país y ahora se muestra como un vil aprendiz de tirano que quiere pisotear la democracia e imponer sus caprichos al amparo de gente a la que está mandando a morir.