Genera risa –y también indignación– ver a gente de izquierda que ha hecho carrera y también dinero agitando las banderas de la supuesta lucha contra la corrupción, saludando y hasta celebrando hoy que el exsindicalista Lula da Silva haya sido elegido presidente de Brasil por tercera vez, cuando en verdad este oscuro personaje ha sido el más grande promotor de la compra de políticos peruanos a través de empresas constructoras como Odebrecht y otras.

Si en el Perú fueron sobornados presidentes, políticos, candidatos, funcionarios y alcaldes, fue porque Lula estuvo detrás de un supuesto “copamiento ideológico” que venía acompañado de buenos maletines de dólares y cuentas cifradas para quienes tenían en sus manos el direccionamiento de obras públicas que finalmente ganaban las empresas que eran parte de esta “sociedad” corruptora a más no poder.

Claro, cuando el corrupto no es “amigo” de la izquierda, lavan banderas, lanzan tuits, organizan marchas, salen en pasacalles y van a programas de televisión a pedir cárcel para los responsables, lo cual estaría muy bien si también lo hicieran ante corruptos de su propia orilla. En cambio, frente a estos últimos no solo miran a otro lado, sino que ahora celebran su retorno al poder. ¿Existen acaso los corruptos malos y los corruptos buenos?

Lo vemos por estos días, en que el gobierno de Pedro Castillo, el personaje al que apoyaron para que se convierta en presidente, nada en el fango de la corrupción. La mayoría de la izquierda mira a otro lado, exige “pruebas” –como si no las hubiera– o hasta tiene en desparpajo de negar su “paternidad” respeto del profesor al afirmar que este no es uno de los suyos. Un poco más y nos dicen el profesor es fujimorista, aliado de Porky o que lo mandó el imperialismo yanqui.

Después de festejar el triunfo de Lula con toda la mochila que carga en sus espaldas y de salvarse de seguir preso por una leguleyada, no vengan a dárselas de defensores de la honestidad y de ser la “reserva moral”. Se han hecho los indignados con la cochinada que envolvió a gobiernos anteriores, pero celebran el retorno al poder del promotor de esa misma corrupción que ha afectado el bolsillo y la moral de todos los peruanos.

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